Orden Sacerdotal
El sacerdote diocesano es un hombre elegido por Dios y consagrado a Él en el ministerio sacerdotal: "No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado a que vayáis y déis fruto, y un fruto que permanezca" (Jn 15,16). Elegido de entre los hombres, decide hacer suyo el mandato de Jesús, de ir a todas la gentes y bautizarlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
La vocación sacerdotal es, para el sacerdote diocesano, una vocación al servicio porque está llamado a "dejarse absorber, y casi devorar, por las necesidades de la grey" (Pastores Dabo Vobis, 28).
Siendo un hombre que ha experimentado el gran amor y la inmensidad de la misericordia de Dios, está llamado a anunciar a todos los hombres y mujeres la "novedad" del Evangelio, para llevar a todos y a cada uno de ellos al encuentro con Cristo. Recibe de Jesús, que es el Buen Pastor, la invitación a ser también pastor, por lo que guía, cuida y alimenta a las ovejas.
El ministerio del sacerdote es muy variado, de acuerdo con las necesidades y las exigencias del pueblo de Dios. Principalmente podemos hablar de los siguientes: Pastor del Pueblo de Dios; Administrador de los Sacramentos; Acompañamiento y Dirección Espiritual; Enseñanza de la Fe; Trabajo Parroquial
Vida Religiosa Masculina
La vida religiosa tiene sus raíces en los ejemplos y enseñanzas de Cristo el Señor. Es un don de Dios Padre a la Iglesia por medio del Espíritu.
Los rasgos más característicos de la vida del Señor Jesús que se hacen patentes a la mirada del mundo por el testimonio de los consagrados son los Consejos Evangélicos de POBREZA, CASTIDAD y OBEDIENCIA; ellos son la expresión de una donación total de sí, con un corazón indiviso capaz de amar a todos los hombres como Jesús nos ha amado.
Hay muchos modos o formas de la vida religiosa masculina, según los diversos carismas: sacerdotes, hermanos, misioneros, dentro de una amplia gama de apostolados: educación, pastorales específicas, evangelización, misiones…
Vida Religiosa Femenina
La vida religiosa tiene sus raíces en los ejemplos y enseñanzas de Cristo el Señor. Es un don de Dios Padre a la Iglesia por medio del Espíritu.
Los rasgos más característicos de la vida del Señor Jesús que se hacen patentes a la mirada del mundo por el testimonio de los consagrados son los Consejos Evangélicos de POBREZA, CASTIDAD y OBEDIENCIA; ellos son la expresión de una donación total de sí, con un corazón indiviso capaz de amar a todos los hombres como Jesús nos ha amado.
Hay muchos modos o formas de la vida religiosa femenina, según los diversos carismas: vida contemplativa, vida activa, dentro de una amplia gama de apostolados: educación, salud, pastorales específicas, evangelización, misiones, obras de caridad…
Seglar Consagrado
La vocación del seglar es un llamado que Dios hace a hombres y mujeres para consagrarse a Él, viviendo en el mundo. Su labor es impregnar el ambiente en el que se mueven del espíritu evangélico. Signos de su consagración son los votos de pobreza, castidad y obediencia que profesan los seglares.
Los seglares consagrados viven en medio de los hombres, permanecen junto a ellos, mezclados con los padres, los hermanos, los ambientes profesionales y la masa anónima de las grandes ciudades. Los seglares son cristianos con la posibilidad de trabajar y desempeñar las más variadas funciones en todo ambiente, ejerciendo la misión de renovarlo con su presencia. A los ojos de las personas que los rodean pasan como un cristiano que se prepara para realizarse, con las responsabilidades y obligaciones de familia, trabajo y en la sociedad en que vive. Con su propia vida, se esfuerzan por encarnar el mensaje evangélico de tal modo que quien vive con ellos se sienta atraído por Dios.